El Barcelona, líder en solitario de LaLiga y finalista de Copa, no esperaba desesperadamente a Dembélé, por suerte para Bartomeu y la directiva.
Y es que el francés, que llegó al Barça por 105 millones fijos procedente del Borussia el pasado verano y fue fichado en un momento de urgencia en el que había que compensar la salida de Neymar, ha pasado más tiempo en la enfermería que en el césped.
Llegaba para formar tridente junto a Messi y Luis Suárez, pero lo cierto es que las lesiones musculares le han lastrado y sólo ha estado disponible 294 minutos oficiales. Estuvo un mes de baja tras sufrir la segunda lesión de la temporada y la primera le tuvo cuatro meses en el dique seco, con quirófano incluido.
Dembélé reapareció el pasado domingo ante el Getafe, pero tuvo una tarde para olvidar en la que perdió hasta 13 balones en 27 minutos y el pasado lunes fue baja en el entrenamiento.
Sin embargo, en el Barcelona se quieren precipitar. Los 'culés' saben que el galo necesita la pretemporada que no tuvo y no tienen prisa, centrándose en tutelar la carrera de un jugador que tiene mucho talento, pero ninguna rutina profesional.
El cuerpo técnico del Barça saben que el dineral que costó puede suponer una presión extra para el futbolista y quiere que se centre en conocer mejor sus límites y puntos débiles.
Hay que tener en cuenta que el delantero, que aún no ha cumplido los 21 años y no tiene familia en su día a día. Va a los entrenamientos con chófer y Umtiti es su principal apoyo en el vestuario, aunque también ha hecho buenas migas con otros tres jugadores.
Los azulgrana saben que Démbélé, que tiene sus esperanzas puestas en la Champions, necesita paciencia y apoyo y están dispuestos a dárselo porque entienden que esto es una carrera de resistencia, no de velocidad.