El Liverpool ha castigado con dureza los errores defensivos del City. Si el 2-1 evidenció una falta de tensión notable, en el 3-1 se puso de manifiesto que no era el día de la zaga 'skyblue'.
Salah aprovechó un clamoroso error de Nicolás Otamendi, que perdió de forma incomprensible un balón peligrosísimo. El egipcio se plantó en el balcón del área y asistió para que Mané, con todo el tiempo del mundo, la pusiera en la escuadra, inalcanzable para Ederson.
Un golazo que puso punto y final a la imbatible racha del Manchester City.
14 de enero de 2018