Entendiendo el fútbol como un deporte de origen caótico y en el que no siempre gana el que más orden impone, Iniesta fue una irrupción maravillosa para una generación de aficionados que no pueden encontrar calificativos negativos que describan al futbolista de Fuentealbilla. Decía Einstein que los genios solventan problemas e Iniesta hace justamente eso sobre el terreno de juego. Lo mismo te esconde el balón que te encuentra un hueco entre una maraña de piernas. Como todo lo valioso de la vida, su fútbol tenía fecha de caducidad, y la que le ligaba al Barça se cumplió hoy.
Con un Camp Nou hasta la bandera, con homenajes inacabables y con el respeto de compañeros, rivales y aficionados. Así se despidió Iniesta de su etapa como azulgrana. No encontró el gol, pero la estadística nunca fue el fuerte de un futbolista que trascendió a los números como pocos lo han hecho. Por eso será eterno. En una generación en la que Cristiano y Messi se han empeñado en destrozar todos los registros, este jugador menudo del que todos hablaban tras un torneo de Brunete, hizo retumbar su nombre sin necesidad de un galardón individual que le engordase el ego.
La Real compitió hasta el final
El destino quiso que la Real Sociedad fuera su último rival como barcelonista y que su despedida se solapara con el adiós de otro mito del fútbol español, Xabi Prieto. No fue titular el donostiarra, pero sí tuvo el premio de unos minutos finales en los que recibió el cariño del Camp Nou, embargado ya por la emoción tras el cambio previo de un Iniesta que abandonó su casa entre lágrimas y sustituido por un Alcácer que podrá contarle a sus nietos que protagonizó una de las fotos más señaladas de la historia del club.
De fondo, un partido que tuvo intensidad, pero que nunca fue lo importante. Hasta Messi se quedó en el banquillo afilando cuchillos para el Mundial, pero lo justo para no perderse este adiós. Aun así, la Real impuso ritmo y ganas, pero poca pegada. Willian José ha perdido fuelle tras quedarse fuera de la lista de Tite y a Juanmi le anularon un gol en el que el VAR habría gastado unos cuantos minutos.
Pero el partido se fue de rosca con un entradón que hizo temerse lo peor con Dembélé. Raúl Navas no midió bien y si el tobillo del francés salió ileso fue de puro milagro. Aguantó como pudo, pero fue el primer cambio y acabó el partido con el susto en el cuerpo y el Mundial a la vuelta de la esquina.
Iniesta, al que por momentos se le veía emocionado, iba dejando detallitos por aquí y por allí. La fiesta se animó con el golazo de bandera de Coutinho, que presentó sus credenciales como sustituto del manchego. Llegó con esa vitola, pero su rol debe ser otro si no quiere ser absorbido por la presión de igualar a alguien inigualable.
Un abrazo de leyenda
Y así hasta el minuto 80, cuando el tiempo se paró. El Camp Nou se puso en pie y hasta en los hogares más recónditos del mundo se pudieron escuchar aplausos. Se deslizaron algunas lágrimas, de esas que van recordando momentos mientras caen por la mejilla. De las que no se aguantan, las que comprenden que el reloj de arena de la vida nunca se para y avanza inexorable. Del gol de Stamford Bridge al de Sudáfrica. Todo en un instante.
Y entonces Messi e Iniesta se fundieron en un abrazo que propició una de esas fotos que algún día se pintarán en los laterales de los edificios de algún lugar del planeta. El fútbol abrazando al fútbol. Dos genios contemporáneos que son leyenda del Barcelona. La emoción del momento reactivó a la Real, que tuvo el empate en un par de buenas internadas de Odriozola, al que las quinielas incluyen en la lista de Lopetegui en el Mundial.
El gol 6.000 del Barcelona esperaba y probaron Alcácer, Messi o Piqué. No llegó y quedó como tarea pendiente para la próxima temporada. Hasta en eso fue respetuoso el conjunto azulgrana con Iniesta. Una estadística así no podía restar protagonismo al adiós de uno de los mejores futbolistas que haya visto crecer La Masia en su seno. El futbolista de la eterna sonrisa dice adiós. Si el Barça es 'més que un club', Andrés es mucho 'més que un genio'.