El fin justifica los medios, y la victoria del Eibar está bien justificada. Los de Mendilibar no llegaron a Montilivi para disputarle el balón a los locales, sino para ganar y regalarle una de las últimas alegrías a una afición con licencia para soñar con Europa. Con la efectividad y la simplificación por bandera, lograron los cuatro goles y fueron muy superiores que su rival sobre el césped. La ley del más con menos.
Escondía Mendilibar un planteamiento trampa de no dejarse ver demasiado por el área rival, pero de aprovechar cada oportunidad como fuera la decisiva. El Girona confundió la solidez 'armera' con un planteamiento defensivo que en realidad no fue tal... y lo acabó pagando.
Solo tardó nueve minutos en llegar el primer revés para el cuadro local. Kike García estrenó el marcador al culminar un contragolpe que acabó con cuatro jugadores 'armeros' ante Bono. El pase fue de un solidario Dani García que prefirió dar el gol a anotarlo.
En esa misma tesitura avanzó el partido. El Girona se sentía dominador, pero no lograba causar peligro. El Eibar, sólido y sin fisuras, esperaba el momento justo para hacer daño. Y este llegó a balón parado y con un cabezazo de Kike García que supuso el 0-2 poco antes del descanso.
Mismo perro, diferente collar
Todo parecía cambiar cuando al inicio de la segunda mitad Aday remató fuertemente un balón desde la frontal que sirvió para que los catalanes recortaran distancias, pero el trasfondo del partido fue el mismo.
El Girona se vino arriba y cuando más cerca veía el empate, Jordán aprovechó un regalo de Inui ante la pasividad en el centro de un Girona más preocupado por atacar que defender. El japonés le dejó en bandeja a su compañero el 1-3 y no contento con ello, firmó el cuarto gracias a un genial disparo desde la frontal.
Así, los locales se quedaron sin una oportunidad de oro para alcanzar al Sevilla en la séptima posición y el Eibar se colocó, 47 puntos mediante, con alguna, pero muy escasa, posibilidad de entrar en Europa League.