Eran otros tiempos, en los que en Argentina aún triunfaba el futbolista de potrero, los genios díscolos a los que las suculentas garras de la noche no les perturbaban en absoluto durante los partidos. O quizá sí, pero el talento era tal que costaba notarlo.
Allá por los 70, el talento sudamericano estaba al alza. Después aparecería Maradona para terminar de instalar el fútbol sudamericano en la cúspide del talento mundial.
Entre medias, multitud de nombres afloraban en Argentina hasta derivar en ese campeonato del Mundo conquistado en 1978. El '9' de aquella Selección que el regaló la primera estrella a su país era René Houseman. El delantero de Huracán, auspiciado por Menotti, estaba considerado como uno de los mejores futbolistas del país.
Destacaba por su velocidad, su espectacular regate, su capacidad goleadora y su infinita genialidad. Eso dentro del campo, porque fuera era una especie de George Best argentino. El alcohol se convirtió en su condena, pese a que logró mantener una buena carrera como profesional.
"Tenía lo mejor de Garrincha y de Maradona"
Considerado como uno de los mejores extremos que se hayan visto en Argentina, en Huracán será siempre uno de los ídolos del club. "Tenía lo mejor de Garrincha y de Maradona", llegó a afirmar Menotti, que fue quien le hizo debutar en el 'Globo'. Díscolo como pocos, las concentraciones no eran lo suyo y cuenta la leyenda que era de los que se escapaba para disfrutar de la noche antes de los partidos.
En una de sus salidas, acabó llegando directamente al Adolfo Ducó para afrontar un partido ante River Plate. El goleador estrella de Huracán llegó completamente ebrio, necesitando varias duchas frías para poder saltar al terreno de juego. Enfrente le esperaba Fillol, uno de los mejores porteros del momento en Argentina.
Houseman, aún borracho, firmó uno de los mejores goles que se le recuerdan ante River Plate. El colmo de todo es que ni él mismo lo recuerda debido al estado de embriaguez que le acompañaba. Tanto, que a los 40 minutos tuvo que pedir el cambio y marcharse a casa para poder pasar la resaca de la noche anterior. Atrás había dejado una obra de arte que fue recordada por muchos, pero que el alcohol borró de su memoria.
Ante Boca firmó otra historieta parecida. Llegó casi con el partido empezado, tras pasar toda la noche y parte de la mañana desaparecido, entró y Huracán acabó ganando el encuentro por 5-1 ante los 'xeneizes'. Así relataba esa historia el 'Coco' Basile, compañero en aquella etapa.
Así era Houseman, un futbolista a contracorriente, con un talento tan diferenciador que permitía perdonarle todo. Capaz de decidir partidos jugando con una noche de farra a sus espaldas. Quizá, porque lo hacía en un marco incomparable, como era el Huracán de la época (Roganti, Chabay, Buglione, Basile, Carrascosa, Brindisi, Russo, Babington, el ‘Loco’ Houseman, Avallay y Larrosa).
Una genialidad digna de un fantasista al que los problemas con el alcohol le siguieron acompañando durante años, y que pese a ellos, logró ser una de las figuras más relevantes de aquella Argentina de los 70, la preMaradoniana, la de las medias en los tobillos, la de 'Locos' como Houseman, entrañables, pero impensables en el fútbol de hoy.