No cabía otro final para el Málaga Club de Fútbol. Un gol en el 93', tras una desatención defensiva, marcado por un jugador impedido por una máscara. No se podía esperar otro desenlace para la temporada del Málaga. Relatos de terror, crueles finales.
En ese minuto, en el 92 y pico, cabe toda la temporada del Málaga. Un balón picado del que no se entera nadie, Lukic la mete al corazón del área y Boateng la mete. No hay mejor resumen de la campaña del Málaga, un desastre de principio a fin.
En la sangre del Málaga hay escritas muchas desgracias y en Orriols, precisamente ante un rival al que ya mandó a Segunda, se perpetró la última. De Dortmund a Valencia, de rozar la gloria a quemarse a lo bonzo. Porque cinco años no son nada.
Del partido, poco que contar. El Málaga apretó en la primera parte, el Levante lo hizo en la segunda y finalmente Boateng hizo el único tanto del partido. Lo más noticiable del partido hasta el tanto granota fue un gato que saltó al césped a pocos segundos del final. No era negro, pero para el Málaga como si lo fuera. Gatos negros, espejos rotos o sal derramada, la temporada del Málaga ha sido una ruina en la que tampoco ha tenido la suerte de su lado.
El Levante obtuvo el premio que suele llevarse al que lo intenta. Detectó las grietas del Málaga y en los últimos minutos logró embotellarle. Y el cántaro del equipo blanquiazul no resiste muchos viajes a la fuente. La arcilla se ha deshecho.
El Levante se ha ganado otra jornada más lo de seguir en Primera División. El cuento no ha terminado para los 'granotas', que sueñan con otra campaña en la élite después de muchos sin sabores.
El Málaga es de Segunda, así lo dicen las matemáticas. Su historia y masa social sí merecen un equipo en la máxima categoría. Málaga debe estar con los mejores, aunque lo de este curso exige reflexión y construcción.