Hay detalles que marcan una liga. En el Olímpico de Roma, corría el tiempo añadido y la Juventus se dejaba dos puntos en la complicada visita a la Lazio. La Serie A se escapaba entonces para los de Allegri, que podían quedar a seis puntos del liderato si luego el Nápoles ganaba a la Roma.
Apareció Dybala y lo solucionó todo y la pelota pasó al tejado del equipo partenopeo, que se enfrentaba a una Roma con demasiado que demostrar y muy poco que perder. Fue esa falta de presión la que permitió que los de Di Francesco levantaran el tanto inicial de Insigne y dejaran la Serie A más abierta que nunca.
El menudo futbolista italiano hizo el 1-0 en una jugada un tanto afortounada, pero en el minuto siguiente, en un buen contragolpe, Under anotó el empate con un disparo afortunado que tocó en un defensa y superó a Reina.
El Nápoles acusó el golpe. No en el juego, pues dominó constantemente, pero sí en lo anímico. Los de Sarri comenzaron a engrandecer a un Alisson que lo paraba todo, mientras en la otra área, casi a las primeras de cambio, Dzeko apareció para hacer el 1-2.
Con ese resultado se llegó a la segunda mitad, en la que continuó el dominio abrumador del Nápoles y la exhibición de Alisson. Con el choque ya encarando la recta final, Dzeko aprovechó un nuevo contragolpe para matar definitivamente al Nápoles. El bosnio recibió, recortó y la puso con efecto al palo largo de Reina. 1-3 y apenas un cuarto de hora para una hombrada napolitana que no acabó de llegar.
Sí llegó, en cambio, el cuarto de los romanos, anotado por Perotti a diez minutos del final después de un error grosero de Rui. Mertens maquillaría el marcador en el añadido, pero ahora es la Juventus la que puede comandar la Serie A si gana el partido aplazado por la nieve ante el Atalanta.
A los de Sarri les queda el consuelo de que aún dependen de sí mismos para ganar la Serie A, pues todavía hay un enfrentamiento directo contra la Juventus, pero las sensaciones para el Nápoles no son buenas.