El llamado deporte rey tiene influencia en todos los ámbitos de la vida y los futbolistas, sus máximos exponentes, son ídolos y referentes en los que se miran miles de jóvenes de todo el mundo.
Este poder se puede reconducir para ser utilizado de manera provechosa en problemas sociales de ciertos países, donde la pobreza, las drogas o la exclusión social son lacras que no permiten el desarrollo y la mejora de comunidades y familias.
Uno de los que utiliza el fútbol como herramienta de mejora social es el gobierno colombiano. A la hora de alejar a los jóvenes de las drogas y la violencia, el fútbol es un gran reclamo, dándoles la oportunidad de aprender valores como la superación, el trabajo o la perseverancia.
En el año 2014, un estudio tomó como muestra a 2700 personas de distinta índole. Además, los beneficios sociales del fútbol son especialmente relevantes en poblaciones indígenas y entre las mujeres, donde la práctica de este deporte ha aumentado en un 50%.
De acuerdo con las conclusiones del informe, los terrenos de juego han dejado de ser territorio exclusivo de los hombres. El 58% de la mujeres aseguraron que el fútbol ocupa un papel importante en sus vidas.
El fútbol funciona también como herramienta de cohesión familiar. Se estima que el 43% de los hogares colombianos siguen partidos de fútbol por televisión y que siete de cada 10 adultos son hinchas de algún equipo.
La integración social es uno de factores más valorados en una sociedad avanzada. En Colombia el 50% de los jugadores de la Selección Colombiana son de raza negra. También entre los árbitros y entrenadores el número de afroascendientes va en aumento.
Entre la poblaciones indígenes, la selección provoca un sentimiento de unión y de identidad que inspira a los jóvenes procedentes de dichas comunidades. Historias como las de James, Falcao o Cuadrado son espejos en los que mirarses para miles de niños y jóvenes colombianos.