Fábio Coentrao parece hundido. Sólo así se explica que en quince días haya roto a llorar dos veces tras haber sido sustituido mediado un partido.
Es raro, muy raro que un futbolista profesional reaccione así a un cambio. Pase una vez, todos tenemos días malos y malos partidos, pero dos veces, en tan poco tiempo, debería encender las alarmas en el Sporting.
El lateral se excusó la primera vez aludiendo a la frustración, pero la segunda vez el Sporting ganaba 1-3 tras haber remontado el 1-0 del Astana kazajo. Difícil hablar de frustración entonces.
Algo le pasa a Coentrao. Quizá esté sometido a mucha presión, quizá pese su pasado con el Benfica. Quizá simplemente sea un jugador de carácter débil y fácil de quebrar.
Pero sea lo que sea que le pase, estas señales de alarma no deberían ser ignoradas.