Unai Emery lo miraba y no quería creerlo. El partido se le escapaba al PSG en la última acción, cuando todo el mundo daba por bueno el empate. Todo el mundo menos un Memphis Depay destinado a grandes empresas y que por ahora tiene que pasar penitencia en el purgatorio de este Lyon capaz de lo mejor y lo peor.
El inicio del choque, el mejor que se puede ver ahora mismo en Francia, fue eléctrico. Golazo de falta de Fekir y el PSG obligado a remontar y a nadar contracorriente desde prácticamente el saque inicial. Los del Parque de los Príncipes se repusieron, merodearon el gol y acabaron empatando con una volea sideral de Kurzawa en los últimos instantes de la primera mitad, otro con la cabeza poco bien amueblada pero destinado, por calidad, a estar en el olimpo del fútbol.
Tras el reseteo y ya sin Mbappé, sustituido por chocar violentamente contra Lopes, el PSG lo intentó y dispuso de ocasiones para llevarse el choque, pero la roja a Dani Alves por una estupidez lo complicó todo y dio alas al Olympique de Lyon.
Quedaba media hora y Emery fue tirando hacia atrás de la manta y firmando un empate que al principio parecía un sacrilegio. Cuando ambos daban el 'o.k.' al resultado, apareció Depay para encender a la grada y, con un latigazo a la escuadra, devolverle al PSG la derrota de la primera vuelta y poner a su equipo a sólo ocho puntos. ¿Hay Ligue 1?