Arrancó Brasil con ímpetu, queriendo llevar la iniciativa ante una Rusia descaradamente acomplejada, parapetada en su campo para intentar explotar algún despiste defensivo rival al contragolpe.
Merced del frío y el paso de los minutos, los de Tite se fueron distrayendo en conducciones eternas sin ninguna profundidad, durmiéndose al compás que proponía el combinado local en Moscú.
Sin tensión, la 'Canarinha' fue armando de argumentos a Rusia para salir de la cueva, asomándose tímidamente a la portería de Alisson, que se desgañitaba ante la pasividad de su zaga.
Perdido el respeto inicial, la anfitriona del Mundial gozó de varias ocasiones para adelantarse antes del descanso, pero no lo hizo y despertó a la fiera. No hubo piedad tras la reanudación.
Espoleados en el vestuario, Brasil subió tres marchas a la circulación del balón, desnudando con insultante facilidad a la defensa de una Rusia sobrepasada en todas las líneas del campo.
Coutinho, Douglas Costa y Gabriel Jesus comenzaron el baile, aunque fue Miranda quien empujó al fondo de las mallas un balón tras el espectacular despeje de Akinfeev, repeliendo el remate de Casemiro.
Abierta la lata, el asedio brasileño fue continuo y sostenido hasta que Paulinho, protagonista tras errar un gol y privarle de otro a Coutinho, fue derribado en el área para que su compañero en el Barcelona firmara el segundo.
Voraz como pocas, la Selección Brasileña quiso dar un golpe de autoridad en el estadio donde se celebrará la final del Mundial el próximo 15 de junio y no levantó el pie del acelerador hacia la portería de Akinfeev.
Un centro medido al segundo palo de Willian encontró a Paulinho que, libre de marca, empujó a la red el tercero y mandó a la lona a un combinado nacional que pagó con creces su pobre propuesta.