La historia de José García revolucionó España en noviembre de 2013. Con apenas 16 años, un jovencísimo delantero iba a debutar con Osasuna. El Sadar alumbró el parto profesional de un joven descarado, con toda su cara de adolescente y que se medía junto a sus ídolos a futbolistas de la talla de Aleix Vidal o el mítico Esteban, que apuraba ya sus últimos partidos en el fútbol profesional.
Aquel debut estuvo marcado también por unas imágenes de José, ferviente aficionado de Osasuna desde pequeño, al que ya habían cazado en algún reportaje celebrando goles sin camiseta y cantando a pleno pulmón como el que más en las gradas de El Sadar.
Años después, aquel chiquillo entregado a su equipo, defendía esa camiseta sobre el césped. En Málaga le llegó el momento de debutar como titular. Otro momento histórico para el club y para una Liga que soñaba con alumbrar a una nueva estrella. Pero todo requiere su proceso, y la estrella de José García se fue apagando poco a poco.
Osasuna consumó el descenso y le tocó lidiar con la Segunda División, categoría menos amable para un debut tan temprano. Se empezó a estancar el delantero rojillo, que con 17 años asumía el reto de devolver a Osasuna a Primera. No se logró y tocó volver a empezar. Fue perdiendo protagonismo, pasando del banquillo a la grada, hasta que en 2016 se consumó el adiós.
El club le invitó a marcharse y el futbolista, amante ferviente de sus colores, se marchó dolido en busca de un lugar en el que ganarse el regreso triunfal con el que empezó a soñar desde el primer minuto que abandonó Tajonar.
Encontró sitio en el Alcoyano, donde contó con la confianza del entrenador y disputó prácticamente todos los partidos del año. Esta temporada sigue siendo indispensable y ya ha mejorado sus cifras goleadoras de la pasada temporada en la mitad de partidos disputados. Está intentando reencontrarse, a sabiendas de que sólo tiene 20 años y toda una carrera por delante. Tras empezar por la cúspide, ahora le toca reinventarse desde abajo, el mejor lugar para crecer.