El Barça de los centrocampista se desangra por el medio. Curiosa alegoría, verse preso de lo que un día fue el cúlmen de su grandeza. Con el paso de los años, el desgaste y la acumulación de partidos ha ido erosionando el fútbol de Iniesta y de Busquets.
El primero ya fue perdiendo protagonismo y Coutinho estaba en el punto de mira como gran candidato a suplirle a partir de esta temporada. La marcha de Neymar cambió los planes, pero con Dembélé, se tapona la fuga del brasileño y se vuelve al plan inicial.
En el caso del segundo, sigue sin encontrarse a nadie que le pueda dar descanso o, a estas alturas de la película, sacar del equipo titular. Los años han pasado por Busquets inexorablemente. El cúmulo de partidos del jugador más insustituible tras Leo Messi en todos estos años también ha terminado mermando al centrocampista.
En su día, llegó Mascherano para acompañarle en la tarea, pero el argentino acabó reforzando más la defensa que el centro del campo. Nadie se atrevía a quitar a Busquets. Con el tiempo, llegaron las probaturas de Andre Gomes o Sergi Roberto, pero ninguna terminó de encontrar continuidad.
Para este curso, la necesidad de un pivote de contención era sangrante. La irrupción de Casemiro en el Real Madrid evidenciaba aun más la necesidad del Barça de reforzar esa posición con algo más de músculo.
Se habló de Verratti, pero no llegó. Al final fue Paulinho, pero el brasileño es un centrocampista llegador, más para hacer de Rakitic que de Busquets. Y entre él, Coutinho y Dembélé se irá el presupuesto de fichajes del conjunto azulgrana.
Todo, sin acometer el fichaje que más necesita un equipo partido por el medio. Cierto que ahora hay demasiadas fugas, pero la principal se sigue sin cubrir. Aún restan 14 días para pasar por el taller del mercado, pero no se aprecia mucha intencióni en 'can Barça' de acudir para traer un pivote. Mucho menos un central, la otra necesidad que ha quedado patente en esta Supercopa.
Sin ellos, Valverde tendrá que salir adelante con retales en puntos claves del equipo. Con suerte, Coutinho y Dembélé podrían tapar los problemas como antaño hizo Neymar y la 'msn', pero siguen siendo parches para un agujero que año a año se hace más grande y por el que se escurre todo el fútbol que emana el Barcelona.