Al cuerno con el tacticismo. Que vivan los goles, el dejarse llevar, el fútbol a tumba abierta. El espectador neutral disfrutó como un enano de la actuación que al alimón dieron Sevilla y Liverpool esta noche en Pizjuán.
Sevilla y Liverpool son dos espejos. Con matices, pero son dos equipos entregados al ataque porque así lo demandan sus entrenadores. Apenas existe el equilibrio, el rigor o la posesión vana en los libretos de Berizzo y Klopp. Son dos técnicos que entienden de fútbol eléctrico, de carreras, de bombardeo sobre el arco rival. Así lo entendieron hace no demasiado en Vigo y Dortmund. Lo saben bien Sevilla y Liverpool.
Claro que en el fútbol ninguna propuesta es infalible. Y cuando se apuesta por el equilibrismo en el abismo te puedes caer. La manta no alcanza para tapar a tanto. Le pasó al Sevilla en la primera mitad. Le ocurrió el mismo proceso al Liverpool en la segunda.
Dos equipos con dinamita en ataque, pero con fisuras en defensa. Firmino y Mané anotaron sendos goles absolutamente calcados: córner botado al primer palo, jugador que peina y otro que remata en el segundo. Gol. Primero Firmino, luego Mané. Dos directos al mentón del Sevilla.
La rebelión de Ben Yedder
El conjunto local le costó entrar en calor pese al volcánico ambiente del Pizjuán. Nolito y Ben Yedder ya se habían asomado por los dominios de Karius, pero entre el portero y los palos quedaron abortadas las intentonas locales. Cuando mejor estaba el Sevilla, una carrera de Mané y el posterior remate de Firmino hicieron que la parroquia de Nervión pasara de la ilusión a la incredulidad. 0-3 en media hora.
Pudo ser más el escarnio, pero la hemorragia se detuvo en la segunda mitad. Berizzo hizo cambios: quitó a N'Zonzi, metió al Mudo. Más leña. A la nieve sin camisa. No había nada que perder. Y la apuesta salió de cara.
El Liverpool ayudó
Colaboró Klopp y un Liverpool con futbolistas tantasiosos en ataques y deficientes en defensa. Ben Yedder entró como un panzer para rematar una falta en el 1-3 y tuvo sangre fría de cirujano para hacer el segundo de un penalti que se mandó repetir.
Nervión rugió como diez Anfield y Ben Yedder se estrelló contra el poste. Pero la rebelión del Sevilla perdía fuelle, el Liverpool resoplaba por haber logrado mantener la renta a favor. La entrada de Emre Can enfrió el encuentro. Pero el frenesí no tuvo fin.
Pizarro cazó un balón suelto en la última jugada del partido y la desolación sevillista pasó a clímax. La alegría inglesa tornó en caras de tonto. El espectador neutral se partió las manos de aplaudirle a la televisión. Una orgía de goles como la que tuvo lugar en Sevilla esta noche no se tiene todos los días.
Ambos encararán la sexta jornada en los dos primeros puestos. El Liverpool, con nueve puntos, recibirá al Spartak, con seis, en Anfield. El Sevilla tiene ocho puntos y jugará con el Maribor, con dos. Los octavos esperan a Berizzo y Klopp.