La idea de Cruyff fue sublimada por Guardiola y el Barça pasó a convertirse en una especie de reserva espiritual del fútbol, en una última frontera donde al otro lado no importaba tanto el qué como el cómo: disfrutar por encima de ganar, lo bonito por encima de levantar los trofeos.
Este discurso (deformado no obstante por los voceros, el ahora entrenador del City siempre defendió el fútbol ofensivo y atractivo como una forma de vencer, no como mero artificio) ya no se sostiene en 'Can Barça'. Sin centrocampistas, sin tridente, con Busquets e Iniesta dando síntomas de agotamiento, el torrente futbolístico que era el Barça ahora es un desierto.
Lo peor para el bando azulgran es que ahora es el Madrid de Zidane el equipo que mejor fútbol practica en la actualidad. Le ha arrebatado al Barça su bien más preciado. Le ha desnudado y le ha desprovisto de su estilo, su alma; le ha robado su camiseta y la ha teñido de blanco. El llamado 'ADN Barça' ha sido clonado por el Madrid.
Evidentemente, hay diferencias estilísticas con un equipo de época como fue el Barça de Guardiola, pero el Madrid de hoy es un yunque, un caníbal que tritura rivales con el contragolpe y la posesión, la mueve rápido si la presión es alta y sabe esconderla cuando el adversario merodea su área. El Madrid de Zidane es sólido como el hormigón y venenoso como una serpiente.
Por primera vez en muchos años, el Madrid fue el Barça: secó al conjunto de Valverde, lo dejó a cero en la vuelta de la Supercopa y, para colmo, le arrebató la posesión. Una situación insólita.
El ideario que Cruyff inventó está por desarrollar por un Valverde que necesita refuerzos al tiempo que ve cómo el rival no para de ganar. Incluso Piqué admitió el nuevo ciclo. Hasta que el Barça no se rearme, hay nuevo 'sheriff' en la ciudad y viste de blanco.