Llegó el Real Madrid de Zidane al Camp Nou y arrasó como ha hecho últimamente siempre que hay un título en juego. Los blancos, de azul por necesidades del guion, no dieron opción a un Barcelona que fue un calco del equipo agonizante de Luis Enrique, y que, para colmo, tiene menos calidad en ataque por la ausencia de Neymar.
Mientras el brasileño se divertía en Francia con gol y asistencia, el partido de verdad estaba en Barcelona. Y en él, no dieron la talla las teóricas novedades de Valverde, que consistieron en recuperar a dos marginados por su predecesor. Olvidó el ex del Athletic a Semedo y apostó por Aleix, condenando a los suyos a un agujero negro en defensa que el Real Madrid explotó una y otra vez durante todo el partido.
Tampoco encontró su sitio Deulofeu, tímido e impotente y sustituido por un Denis Suárez que aportó más en media hora que el canterano azulgrana en la hora restante. El problema con Gerard es que no sólo no aportó, sino que por momentos desquició a Luis Suárez por sus malas decisiones.
Y, en estas, en el Madrid brillaron los de siempre. Ausente Modric, mandaron Isco y Kroos, pero se encontraron en la primera mitad con unos demasiado tímidos Bale y Benzema, que se fueron entonando con el paso de los minutos.
Como en Miami, el Barcelona vivió en el alambre y se mantuvo con vida por la enorme calidad de Piqué y Umtiti, quienes incluso en un mal día saben sostener a un equipo con graves problemas en defensa y que asume múltiples riesgos.
45 minutos de calentamiento.
Tras el paso por las duchas, necesario para librarse de la tensión, el partido fue otro. El Real Madrid le metió otra marcha al asunto y percutió siempre que pudo por la banda izquierda. El enésimo centro de Marcelo, desbordado Aleix, no lo pudo desviar a córner Piqué. ¿El resultado? Gol en propia puerta y un mundo por delante para un Barcelona que ya daba síntomas de cansancio y falta de ideas.
Todo ello pese a que Busquets y Deulofeu pudieran empatar en sendas acciones casi consecutivas, malogradas por una falta de puntería extraña y desconocida en un equipo como el Barcelona.
Antes del lío final, aún pudo poner un cómodo 0-2 el Real Madrid en el marcador, pero Marcelo se encontró con Ter Stegen y Cristiano se encontró con la bandera del asistente levantada, pues no había dudado en una acción rapidísima ante Ter Stegen en la que la pelota acabó en la red.
Lío innecesario.
El mencionado lío vino tras un penalti inexistente de Keylor a Luis Suárez, que Messi no tuvo problemas para transformar. Pero el Barcelona seguía arriesgando más de lo que debía y, en un contragolpe exquisito, Cristiano encontró la telaraña de la escuadra de Ter Stegen para clavar un puñal en la herida 'culé'.
El luso se excedió en la celebración y vio una amarilla que parecía intrascendente, pero que sería decisiva en la acción consecutiva, cuando Cristiano se dejó caer ante Umtiti y De Burgos Bengoetxea le mostró la segunda amarilla por fingir penalti.
El choque cobraba emoción para los últimos diez minutos y, cuando se vislumbraba un heroico empate del Barcelona, otra galopada por la banda izquierda la convirtió Asensio en el 1-3. El mallorquín, que volvió a debutar de la mejor manera en una competición, mejoró el golpeo de Cristiano y encontró la otra escuadra de Ter Stegen para dejar la Supercopa encarrilada para un choque, el de Madrid, que ya parece un mero trámite para los blancos.