El centrocampista inglés ha vivido un verdadero calvario durante casi toda su carrera a causa de las lesiones. Se formó en la cantera del Arsenal y en 2010 dio el salto al primer equipo, impresionando a Inglaterra y a toda Europa.
En las islas le consideraban el relevo de Lampard para la Selección Inglesa y Wenger se frotaba las manos con él. Sabía que tenía ante él a una gran joya, aunque eso sí, demasiado delicada.
El fútbol le respetó en sus primeras actuaciones a nivel internacional, tanto que hasta el entrenador del por aquel entonces mejor equipo del mundo, Pep Guardiola, se fijó en él. Para el técnico se convirtió en una especie de deseo prohibido. La calidad y la técnica que atesoraba estaba fuera de duda, pero se dudaba de él debido a sus problemas físicos.
"Era el tipo de jugador que a Pep le gustaba. Si no fuera por los problemas que tuvo con las lesiones habría intentado ficharlo y se habría convertido en uno de los mejores centrocampistas del mundo", reveló recientemente el por aquel emblema del FC Barcelona Xavi Hernandez.
Pero la suerte le dejó de lado y su carrera se estancó entre visitas a la enfermería. Tanto que el pasado curso su equipo, el Arsenal, le cedió al Bournemouth para dejar libre su puesto en la plantilla y tratar de que recuperara la forma.
Wilshere no disputó, para nada, un mal año, pero Wenger parece haber pasado página. El francés tomó la decisión, tras mucho pensar, de prescindir de él. Actualmente el Arsenal le está buscando un nuevo equipo y han sonado hasta clubes de Segunda para darle cobijo. Y mientras, para no interferir en el vestuario, el técnico galo le relegó al equipo de reservas.
De jugar la Champions y ser pretendido por uno de los mejores equipos de la historia a compartir vestuario con canteranos de 17, 18 y 19 años. Cómo cambia la vida... en el fútbol.