Arrancó el encuentro con poco ritmo, como con frío... Hasta pasado el primer cuarto de hora, Argentina no consiguió desperezarse y comenzar el baile en Rusia.
Sampaoli dio la alternativa al tridente Di María-Agüero-Messi, que atemorizaba al combinado local por su movilidad y vertiginosidad.
El 'Fideo' se escurría por el carril izquierdo, mientras que el 'Kun' amenazaba constantemente la espalda de la zaga rusa.
La defensa local duró hasta que la 'Albiceleste' encontró a Messi, desubicado en el inicio, y comenzó el recital de cambios de ritmo y servicios en bandeja a sus compañeros.
Primero Di María, luego Agüero, en dos ocasiones muy seguidas, se encontraron con Akinfeev, erigido como héroe nacional.
Sin embargo, el portero ruso se guardó su mejor estirada para la última jugada antes del descanso. La extraordinaria parada desesperó al 'Kun', que no entendía cómo había detenido su volea ajustada al palo.
El segundo tiempo, como el primero, arrancó helado. Sin ímpetu por parte de ambos equipos, Argentina se relajó y el partido se rompió en la medular.
Aunque Rusia consiguió llegar a la portería de Romero, el protagonismo seguía siendo 'Albiceleste' y la parroquia local se atrincheró en su propio campo.
Tras el carrusel de cambios, cuando el empate parecía el resultado final, apareció Agüero para saldar su cuenta particular con Akinfeev.
El delantero del Manchester City aprovechó una filtración de Messi a Pavón -en fuera de juego-, que le cedió el gol en bandeja.
Buen partido de Argentina que mereció más ante una Rusia indolente, que apenas dio síntomas de querer llevar la iniciativa y presentó muchas dudas cuando disfrutó de la posesión.