La fantasía ha llegado a Francia. Neymar se presentó en sociedad con un partido de muchísimos quilates. Eléctrico, con gran personalidad y con acciones talentosas por doquier, el brasileño fue el mejor ante un Guingamp que hincó la rodilla en la segunda mitad.
En los primeros minutos ya se vislumbró lo que va a ser este PSG. Un equipo que se balanceará sobre Neymar, que hizo todo lo que quiso. Por izquierda, derecha o por el centro; parece evidente que Emery le va a dar al brasileño toda la libertad que desee.
Sin embargo, el muro del Guingamp no se rompió en los primeros 45 minutos. Y eso que Marquinhos, tras un gran centro de Neymar, mandó el balón al travesaño con un cabezazo. El ex del Barça, justo antes del descanso, sirvió un balón de gol a Cavani que éste desperdició.
El Guingamp pudo adelantarse tras el descanso con un gran zurdazo de Didot, pero fue un espejismo. Los locales, algo asustados, sufrían cada vez que Neymar y su tropa se asomaban por el área.
Sólo así se entiende el absurdísimo autogol que decantó el encuentro. El balón cayó a los pies de Ikoko que, con Neymar en el cogote, cedió un balón imposible a su portero, que no pudo hacer nada. El PSG se adelantaba con un gol de chiste.
Ahí el PSG se soltó y Cavani, ahora sí, aprovechó un servicio exquisito de Neymar desde el centro del campo. Minutos después, el uruguayo le devolvió el favor al brasileño para que se estrenara, sin oposición y dentro del área. 0-3 y para casa. Neymar, en 90 minutos, ya es el rey de París.